En el interior del Government Center se celebraba una reunión de comisionados (concejales), a los que los manifestantes gritaron desde afuera «nuestras vidas están en sus manos».
Inmigrantes de México y Centroamérica que trabajan en el campo y la construcción se manifestaron este miércoles en Miami para pedir a las autoridades del condado Miami-Dade una ley que los proteja del calor, que es causante de enfermedades e incluso de muerte.
Coreando lemas como «Agua, sombra y descanso» y con carteles que decían «!Qué calor!», «Sembramos las verduras, construimos los edificios, limpiamos las casas, aportamos a la economía», unos 35 hombres, mujeres y niños se congregaron afuera de la sede del Gobierno de Miami-Dade, en pleno centro de Miami.
En el interior del Government Center se celebraba una reunión de comisionados (concejales), a los que los manifestantes gritaron desde afuera «nuestras vidas están en sus manos».
Florida no cuenta con una normativa laboral para proteger a los que trabajan al aire libre, que son en su mayoría inmigrantes y muchos de ellos indocumentados, los cuales a partir del 1 de julio estarán amenazados además por una ley promovida por el gobernador Ron DeSantis contra la «inmigración ilegal».
AGUA, SOMBRA Y DESCANSO
Oscar Londoño, uno de los directores de WeCount! (¡Contamos!), el grupo pro inmigrantes organizador de la manifestación, dijo a EFE que desde hace años han tratado sin éxito de que el Congreso de Florida, dominado por el Partido Republicano, apruebe una ley con medidas de protección para los trabajadores expuestos a las altas temperaturas que se dan no solo en el verano en este estado sureño.
Ahora han cambiado de estrategia para lograr normas a nivel local y hace dos años lanzaron el programa ¡Qué calor! en Miami-Dade dirigido a proteger a los más de 100.000 trabajadores al aire libre del condado.
Londoño dijo que básicamente lo que piden estos trabajadores es que una ley les garantice tener acceso a agua limpia y fresca y diez minutos de descanso pagado bajo sombra cada diez minutos y obligue a los empleadores a tener un programa de seguridad contra las enfermedades producidas por el calor.
Alejandro Pérez González, un trabajador del campo guatemalteco miembro de We Count!, pidió a los concejales que se atiendan sus peticiones, porque «somos humanos, merecemos tener una vida digna y un trabajo justo».
El jornalero subrayó que es un deber de las autoridades establecer unas normas de protección porque los patrones y encargados «no se preocupan de la vida del trabajador».
Para representar el peligro de las altas temperaturas para la salud, los manifestantes se arrojaron al suelo y quedaron inmóviles por unos minutos cubiertos con sábanas blancas como si hubieran fallecido y sus cuerpos hubieran sido tapados piadosamente.





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