Los empleados que más leales son y más comprometidos se muestran con la empresa resultan siendo sometidos a una mayor explotación por parte de los gerentes de esta. Así lo afirma un reciente estudio realizado por un grupo de investigadores estadounidenses. Los expertos afirman que esto sucede por dos motivos. Por un lado, los trabajadores que aceptan realizar sacrificios personales en su puesto laboral son percibidos con una lealtad más sólida. Por tanto, los gerentes harán recaer sobre ellos más carga de trabajo y responsabilidad. De esta forma, se produce un círculo vicioso y perjudicial “de sufrimiento” para estos.
En el estudio se pone de relieve el hecho irónico de que los empleados más leales, en lugar de ser recompensados o protegidos, acaban por experimentar consecuencias negativas relacionadas con una mayor explotación. Es decir, la percepción por parte de los gerentes es que estos son más “explotables” que el resto de empleados. Por ello resulta esencial que las personas aprendan a poner límites en su entorno laboral.
¿Cómo aprender a poner límites en el trabajo?
La falta de seguridad en uno mismo, la presión debido a la competencia o el miedo a perder oportunidades son algunos de los principales motivos por los que los trabajadores no ponen límites. Sin embargo, hacerlo es algo fundamental para poder asegurarse un balance entre la vida laboral y la personal, además de evitar estrés y que la salud se acabe por ver perjudicada.
La psicóloga Estrella Flores-Carretero define el concepto de establecer límites como definir “los roles y comportamientos aceptables” entre los individuos que forman parte del ámbito laboral. ¿El objetivo? Lograr una convivencia y un entorno de trabajo saludables. Para ello, la especialista recomienda algunas estrategias.
4 formas de poner límites en el trabajo
1
Identificar los límites. La experta anima a los trabajadores a realizar un ejercicio de autoconocimiento, acerca de cuáles son los objetivos personales de cada uno, es decir, aquellos que van más allá de lo laboral. Y así establecer una serie de “no negociables” por medio de una negociación respetuosa con los jefes y/o compañeros. Es decir, todo aquello a lo que no se está dispuesto a renunciar por el trabajo.
2
Trabajar la asertividad. Aprender a decir “no” es un proceso clave y tiene que ver con los no negociables que se han establecido. Por ejemplo, a trabajar únicamente durante la jornada laboral, desconectar de los dispositivos durante el tiempo libre o realizar tareas que se ajusten a las funciones propias.
3
Definir horarios claros. Esto es delimitar la jornada laboral con claridad y también el espacio de descanso.
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