El secretario general de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) en el Ingenio San Nicolás, Agustín López Martínez, ha desatado una tormenta de indignación y repudio entre los trabajadores al utilizar tácticas intimidatorias para imponer decisiones en la reciente asamblea sindical.
En un evidente abuso de poder, López Martínez advirtió que se descontarían tres días de salario a aquellos empleados que se negaran a firmar los acuerdos de la asamblea, una medida que no solo pone en riesgo la estabilidad financiera de los trabajadores, sino que también vulnera sus derechos fundamentales.
La falta de apoyo hacia López Martínez es evidente: a la asamblea acudió una cantidad mínima de trabajadores, un claro reflejo de la desconfianza que ha generado entre sus propios compañeros. En lugar de buscar el diálogo y el consenso, el dirigente ha optado por el camino de la intimidación, exhibiendo no solo una carencia de lealtad hacia los intereses obreros, sino también un evidente temor a perder su posición. Este comportamiento revela un liderazgo basado en el miedo y la represión, más que en la legitimidad y la representación fiel de las necesidades de la base trabajadora.
Este acto de coacción no solo es un golpe directo a los derechos laborales, sino que también expone una crisis de valores dentro de la dirigencia sindical. Los trabajadores del Ingenio San Nicolás, al ser sometidos a amenazas y chantajes, ven con desilusión cómo su líder sindical ha dejado de lado la protección de sus intereses para centrarse en mantener su puesto a toda costa. La imposición de firmar acuerdos bajo amenazas no solo destruye la confianza en la organización, sino que también marca un precedente peligroso de cómo se gestionan las decisiones en el sindicato.
El temor a perder el poder ha llevado a López Martínez a una conducta despreciable, que contradice la misión de dignificar y proteger a los trabajadores. Es necesario que las autoridades laborales investiguen esta situación y garanticen que los derechos de los trabajadores del Ingenio San Nicolás sean respetados, sin coacciones ni abusos de poder. Los obreros merecen un liderazgo honesto, comprometido con sus necesidades y leal a la verdadera misión sindical, no un dirigente que recurre a la intimidación para esconder su falta de apoyo.





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