La CROC arde en medio del escándalo. Isaías González Cuevas, su líder desde hace casi dos décadas, está acusado de haberse enriquecido con los recursos de los trabajadores. La joya del caso: la compra de un hotel de lujo en Los Cabos por más de 220 millones de pesos. Un símbolo del abuso sindical.
Las críticas no son nuevas. En 2016 ya había señales de rebelión, y en 2017 más de 17 federaciones desconocieron su dirigencia por prácticas autoritarias y violencia sindical. Lejos de defender a los obreros, González usó la confederación como trampolín de poder y riqueza personal.
El escándalo del “hotelazo” no es el único. También hay denuncias por manipulación de estatutos, imposición de líderes y represión contra quienes se atrevieron a alzar la voz. En varios estados, incluso se han documentado agresiones físicas y amenazas contra opositores.
Mientras el sindicalismo en México busca democratizarse, la CROC retrocede. Convertida en un feudo personal, la organización vive una crisis de legitimidad sin precedentes. ¿Será este el principio del fin para Isaías González y su imperio sindical?





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