El sector azucarero en Veracruz se encuentra en una encrucijada. La variabilidad climática ha comenzado a afectar seriamente los ciclos de siembra y cosecha, lo que representa un desafío logístico y económico para productores e ingenios. Los fenómenos extremos, como lluvias torrenciales fuera de temporada, heladas atípicas e incluso huracanes más intensos, han provocado desajustes importantes en la planificación agrícola.
Uno de los efectos más visibles ha sido la alteración del calendario de zafra. Tradicionalmente, la recolección de caña seguía un patrón predecible, lo cual permitía una planificación adecuada del corte, transporte y molienda. Sin embargo, las condiciones climáticas erráticas están forzando a los ingenios a adaptarse sobre la marcha, lo que se traduce en pérdidas por caña que no alcanza la madurez óptima o que se daña por exceso de humedad.
Asimismo, las nuevas condiciones climáticas han creado el ambiente perfecto para la proliferación de plagas como el “gusano barrenador” y enfermedades como la “roya de la caña”. Estos factores, que anteriormente eran controlables, ahora se presentan con mayor frecuencia e intensidad, afectando tanto la calidad como la cantidad del producto cosechado.
El caos climático también tiene un impacto social: los jornaleros, pieza clave del proceso de cosecha, enfrentan temporadas más cortas o intermitentes de empleo, lo que afecta la economía de miles de familias veracruzanas que dependen directa o indirectamente del azúcar.





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