En un país donde el acceso al conocimiento y la conservación del patrimonio histórico debería ser una prioridad, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha dejado clara su escala de valores: un influencer millonario puede entrar donde ni los arqueólogos mexicanos tienen permitido investigar.
La reciente grabación del youtuber estadounidense MrBeast en espacios restringidos de las zonas arqueológicas de Calakmul, Balankanché y Chichén Itzá ha desatado una ola de indignación entre académicos, comunidades locales y ciudadanos que consideran inaceptable que se privilegie el entretenimiento extranjero sobre la ciencia nacional.
El espectáculo sobre la ciencia
El video titulado “Sobreviví 100 horas dentro de un templo antiguo”, publicado en YouTube y que supera ya millones de visitas, muestra al influencer descendiendo por escalinatas milenarias, recorriendo túneles con antorchas y posando frente a piezas que, según él, son reliquias auténticas. Las imágenes muestran espacios cerrados al público e incluso a expertos, y se presenta la experiencia como una especie de “expedición prohibida”.
Lo que resulta especialmente ofensivo es que numerosos proyectos arqueológicos mexicanos han sido rechazados o postergados por el propio INAH bajo el argumento de conservación y protección del patrimonio. Universidades públicas, institutos de investigación y arqueólogos independientes se enfrentan a una burocracia asfixiante que impide avanzar en la recuperación y estudio de sitios clave para la historia del país.
¿Quiénes aprobaron esto?
Según lo confirmado por el propio INAH a La Jornada, el permiso fue gestionado por el gobierno de Campeche y la Secretaría de Turismo federal. Las funcionarias Adriana Velázquez Morlet, directora del Centro INAH Campeche, y Guadalupe Espinosa, directora de la zona arqueológica de Chichén Itzá, fueron quienes autorizaron el acceso. Además, Arturo Cortés Gutiérrez, subdirector de Protección Técnica, y Guillermo de Anda, especialista en patrimonio sumergido, acompañaron a MrBeast durante su visita.
El uso de drones, iluminación especial, producción audiovisual y acceso a estructuras cerradas se realizó con aval de la Coordinación Nacional de Asuntos Jurídicos del INAH, según información oficial. Todo, bajo la justificación de que el contenido ayudaría a “atraer a públicos jóvenes” a los sitios arqueológicos.
La ciencia mexicana: rezagada y sin permisos
Mientras tanto, investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) han denunciado que múltiples solicitudes para realizar investigaciones en zonas como Uxmal, Chichén Viejo o Calakmul han sido rechazadas por el INAH. Algunas, incluso, llevan años “en espera” o son denegadas por el uso de tecnología como drones, sin que haya espacio para apelaciones ni acompañamiento.
¿Por qué a un influencer sí se le permite lo que se le niega a la comunidad académica?
No se trata solo de favoritismo. Se trata de una violación al principio de equidad en el acceso al patrimonio cultural. Se trata de poner el espectáculo por encima del conocimiento, el entretenimiento por encima de la investigación, el dinero por encima del respeto.
La cultura no se renta
El argumento de que el video “no causó daños” es insuficiente. La afectación no se mide únicamente en estructuras físicas. También se mide en el mensaje simbólico que se transmite a la sociedad: que los tesoros históricos de México pueden ser utilizados como escenografía de lujo para contenido viral si quien lo solicita tiene fama, fortuna y millones de suscriptores.
Lo ocurrido con MrBeast es mucho más que una anécdota digital. Es un reflejo preocupante de las prioridades institucionales, una afrenta a la comunidad científica mexicana y una falta de respeto hacia las culturas originarias cuyas huellas se comercializan sin su consentimiento.
Exigimos que el INAH rinda cuentas. No con comunicados justificando lo indefendible, sino con acciones concretas que restituyan la dignidad del patrimonio y el derecho de los mexicanos —investigadores, estudiantes y ciudadanos— a conocer, estudiar y preservar su propia historia.





Deja un comentario