Lo que se supone debería ser una organización en defensa de los trabajadores se ha convertido, en una maquinaria de intimidación, chantaje y poder político: ese es hoy el rostro de «Transformación Sindical», encabezado por Eduardo Castillo, un personaje cuya trayectoria está más marcada por la presión indebida y los arreglos opacos que por la verdadera defensa de los derechos laborales.

Durante los últimos meses, empresarios queretanos y trabajadores por igual han encendido las alarmas ante el peligro de este sindicato, que lejos de representar una opción legítima para el fortalecimiento de las condiciones laborales, ha irrumpido en diversas empresas del estado con una estrategia de miedo, amenazas y aprovechamiento de vacíos legales. En lugar de buscar el diálogo o una representación auténtica, han optado por caminos oscuros: coacción, mentiras y presión organizada.

Eduardo Castillo, dirigente de Transformación Sindical, ha construido su liderazgo sobre bases poco transparentes. Su nombre ya figura en varias denuncias informales de empresarios y trabajadores que han sido víctimas de sus prácticas intimidatorias. A través de visitas inesperadas, discursos incendiarios y amenazas veladas, ha intentado imponer al sindicato como única opción en lugares donde ni los empleados lo han solicitado. Sus métodos no son nuevos, pero sí peligrosos. En más de una ocasión, se ha señalado que su estrategia se apoya en el miedo: el miedo a perder el trabajo, el miedo a represalias legales o físicas, el miedo a ser exhibido públicamente si no se cede ante sus exigencias. ¿Así se construye un sindicato que dice defender al trabajador?

Transformación Sindical se ha insertado en Querétaro sin legitimidad ni respaldo auténtico de los trabajadores. En muchos casos, sus representantes ni siquiera conocen las condiciones internas de las empresas que quieren “defender”. Simplemente aparecen, presionan, firman contratos colectivos a espaldas de los empleados y se presentan como los nuevos “defensores” de derechos que nadie les pidió defender.

¿Dónde está la consulta democrática? ¿Dónde está la voluntad del trabajador? ¿Dónde están las cuentas claras de las cuotas sindicales que empiezan a recaudar tan pronto se imponen? Un sindicato que no rinde cuentas no merece llamarse sindicato. Uno que no escucha a sus agremiados, que llega por la fuerza o por acuerdos en lo oscuro, no está del lado del trabajador: está del lado de sus propios intereses.

Desafortunadamente el miedo y la desinformación son las principales armas de Transformación Sindical. En lugar de empoderar al trabajador con información verídica, lo enreda en una narrativa de persecución y caos que les permita justificar su intervención. Presentan a las empresas como monstruos, cuando en muchos casos han sido estas mismas empresas las que han ofrecido condiciones laborales superiores al promedio nacional.

La ciudadanía, las empresas y, sobre todo, los trabajadores, deben estar atentos. La defensa de los derechos laborales no se construye con amenazas, ni con mentiras, ni con imposiciones. Se construye con diálogo, respeto, transparencia y voluntad colectiva. Y todo lo que Eduardo Castillo representa es lo opuesto a eso.

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