Alejandro Martínez Araiza, quien recientemente logró su tercera reelección al frente del SNAC, se perfila como uno de los nuevos caciques del sindicalismo nacional. Bajo su mando, el SNAC ha sido señalado por prácticas opacas, imposiciones antidemocráticas y un manejo poco claro de las finanzas del sindicato. A pesar de las protestas internas, Araiza se sostiene gracias a una red de lealtades compradas.

Isaías González Cuevas, por su parte, no se queda atrás. El veterano líder de la CROC ha sido acusado de prácticas similares durante décadas. Su más reciente estrategia, presionar con una huelga en Alpura, ha sido interpretada por muchos como una cortina de humo para ocultar los escándalos de corrupción y su cada vez más debilitado liderazgo dentro de la organización sindical.

Ambos comparten un legado de corrupción, simulación democrática y un desprecio total por la voluntad real de los trabajadores. Los recursos sindicales, que deberían invertirse en bienestar y capacitación, terminan desapareciendo en campañas, gastos personales o simplemente «no aparecen».

El sindicalismo mexicano está secuestrado por figuras como Martínez Araiza e Isaías González, quienes con discursos populistas y amenazas disfrazadas de lucha obrera, siguen exprimiendo a los trabajadores mientras blindan su poder a toda costa.

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