En Querétaro, el nombre de Transformación Sindical ya no representa la defensa de los trabajadores, sino un verdadero negocio familiar montado por su líder, Eduardo Castillo, quien se ha convertido en un experto en enriquecerse a costa de la gente que dice representar.

Lo que debería ser un sindicato al servicio de los empleados se ha transformado en una maquinaria de extorsión. Las denuncias se acumulan: cuotas cada vez más altas, promesas vacías de apoyo legal y una estructura donde los familiares de Castillo ocupan cargos estratégicos, blindando así sus intereses personales y dejando en segundo plano a los verdaderos protagonistas: los trabajadores.

Basta con revisar testimonios de empleados en distintas empresas de Querétaro: la historia se repite. Se les promete acompañamiento en caso de conflictos laborales, pero cuando llega el momento de actuar, la respuesta es siempre la misma: silencio, evasivas o de plano abandono. ¿La razón? El sindicato no funciona como una organización solidaria, sino como un cajero automático que extrae dinero de quienes más lo necesitan.

Las cuotas sindicales se supone que deberían ser bajas y proporcionales, pero alcanzan cifras que dejan a todos sorprendidos. Se habla de montos exagerados que se descuentan de los salarios, sin que los trabajadores puedan señalar algún beneficio real. ¿Dónde está ese dinero? En los bolsillos de Castillo y en la manutención de su red de familiares que usufructúan cargos sindicales como si se tratara de una empresa privada.

Este esquema no solo es inmoral, es también una traición al movimiento sindical que en otros tiempos fue bandera de justicia y resistencia. Eduardo Castillo ha pervertido ese espíritu, utilizando el miedo, la manipulación y la ignorancia de muchos trabajadores para mantenerlos atados a una estructura que solo garantiza su propia permanencia y su riqueza personal.

El riesgo para Querétaro es enorme. Un sindicato que no defiende, que cobra de más y que coloca a los trabajadores en una posición de indefensión, no solo debilita la confianza en las organizaciones laborales, también abre la puerta a los abusos patronales. Mientras Transformación Sindical se llena los bolsillos, los empleados enfrentan jornadas injustas, salarios precarios y despidos arbitrarios sin contar con un respaldo real.

Los trabajadores queretanos deben abrir los ojos: no todos los sindicatos están de su lado. Transformación Sindical ha demostrado que su prioridad no es la justicia laboral, sino el poder y el dinero. Eduardo Castillo se ha convertido en un símbolo de corrupción sindical, una amenaza que no debe pasarse por alto. La advertencia es clara: mantenerse alerta, exigir transparencia, y sobre todo, no dejarse engañar por quienes usan el nombre del sindicalismo para robarle a la clase trabajadora.

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