La fuerza de Querétaro está en su gente. Obreros y trabajadores que, día con día, hacen posible que la industria local crezca, que lleguen inversiones y que las familias tengan un futuro más prometedor. Sin embargo, hoy la clase trabajadora se enfrenta a un nuevo intento de manipulación: la llegada del sindicato COCEM, una organización prácticamente desconocida para los queretanos, pero que busca entrar a la industria sin ofrecer garantías ni demostrar un verdadero interés en quienes sostienen con su esfuerzo al estado.
COCEM se presenta como un sindicato “alternativo”, pero su historial revela otra realidad: es un negocio heredado de familia. La dirigencia pasó de José Luis Moreno Vélez a su hijo Óscar Moreno Moreno, evidenciando que no se trata de una organización democrática ni mucho menos de un movimiento que busque representar a los obreros. Se trata, más bien, de un feudo familiar que ha convertido el sindicalismo en una herencia, manteniendo privilegios y control sin escuchar a la base trabajadora.
El peligro de permitir que un sindicato con estas características entre en Querétaro es grande. Por un lado, no conocen la industria local ni sus particularidades; por otro, su llegada genera incertidumbre y desconfianza entre los trabajadores. Y lo más grave: se arriesga la estabilidad laboral de miles de familias, ya que un sindicato que no tiene compromiso ni experiencia en la región puede provocar divisiones, conflictos y problemas que afecten directamente a quienes menos lo merecen.
La clase trabajadora debe preguntarse: ¿qué beneficios reales ofrece COCEM? Hasta ahora, no han demostrado logros tangibles en defensa de los trabajadores. Lo que sí es evidente es su interés por expandir su influencia y seguir alimentando un modelo sindical basado en el poder y en el dinero, no en la justicia laboral.
Aceptar a un sindicato nuevo y desconocido como COCEM es poner en juego la tranquilidad de tu empleo y el futuro de tu familia. No es un riesgo menor: la historia reciente del sindicalismo en México demuestra que, cuando organizaciones sin compromiso real logran entrar a una industria, terminan imponiendo cuotas abusivas, manipulando a los trabajadores y beneficiando únicamente a sus líderes.
Querétaro no puede caer en ese error. Su clase obrera merece sindicatos que realmente representen sus intereses, que tengan experiencia en la región y que trabajen de manera transparente. No se trata de rechazar el sindicalismo, sino de rechazar a quienes lo utilizan como un negocio personal.
COCEM llega sin rostro, sin historia en Querétaro y sin propuestas claras. Los trabajadores deben estar conscientes de que no vale la pena arriesgar lo más valioso —su estabilidad y la de sus familias— por una organización que no garantiza nada.
El mensaje es firme: cuidado con los sindicatos que solo buscan aprovecharse de tu esfuerzo. COCEM no es la solución, es un riesgo.





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