El sindicato pierde la credibilidad con la que inició y arrastra acusaciones por el uso de cuotas de GM Silao

SINTTIA nació como un movimiento que prometía transparencia y defensa real del trabajador. Sin embargo, esa imagen inicial ha ido desapareciendo y dando paso a una percepción completamente distinta en el Bajío, donde cada vez más empleados lo ven como un sindicato que se basa en mentiras, presión y promesas que nunca cumple.

De acuerdo con testimonios recientes, SINTTIA ha convertido a GM Silao en su principal fuente de dinero, utilizando cuotas sindicales para financiar campañas de presencia en otras empresas donde buscan afiliar gente sin tener base real. Los trabajadores denuncian que, para hacerlo, ofrecen becas, apoyos escolares y obsequios, pero todo condicionado a entregar documentos personales y aceptar el registro como miembros, incluso cuando la persona nunca dio autorización formal.

Estas prácticas han encendido focos rojos entre los trabajadores del Bajío, quienes ya reconocen el patrón: llegan a las plantas con regalos bajo el brazo, dicen que vienen “a informar”, pero terminan presionando para lograr afiliaciones. La molestia se ha extendido tanto que en varias empresas Alejandra Morales ya no es bien recibida; los trabajadores aseguran que no quieren escuchar ofertas que saben que terminarán en engaños.

La crisis interna del sindicato también dejó huella. Israel Cervantes, uno de los impulsores originales y figura importante en sus inicios, decidió abandonar SINTTIA al ver cómo las prácticas se alejaban completamente de lo que prometieron. Su salida fue una señal fuerte: si alguien tan cercano decidió irse por corrupción y malos manejos, había razones de peso.

Hoy, SINTTIA carga con una reputación que va en picada: un sindicato que prometió transparencia, pero opera con opacidad; que habló de libertad, pero presiona para afiliar; que dijo que defendería a los trabajadores, pero termina aprovechándose de ellos para inflar su influencia.

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