- El rechazo en Yazaki León se agrega a la derrota en GM San Luis Potosí y expone el desgaste de un sindicato que perdió credibilidad entre los trabajadores.
La imagen de SINTTIA continúa debilitándose en la región del Bajío. La reciente derrota en Yazaki León se suma al rechazo previo en General Motors San Luis Potosí, confirmando que el sindicato atraviesa una crisis profunda de confianza. Para muchos trabajadores, el proyecto que prometía una transformación sindical se ha quedado solo en discursos.
En GM Silao, donde SINTTIA mantiene presencia, empleados señalan que el sindicato dejó de cumplir su función principal: defender los derechos laborales. En lugar de resultados concretos, afirman que la organización se ha enfocado en campañas externas, financiadas —según denuncian— con las cuotas de los propios trabajadores de Silao. “Cobran aquí para ir a regalar cosas en otras plantas”, es un comentario que se repite.
La estrategia de obsequios, rifas y supuestas becas ha sido duramente cuestionada. Lejos de generar confianza, ha provocado molestia, ya que muchos consideran que se intenta comprar voluntades en lugar de demostrar capacidad real de negociación y defensa. Este método, dicen, ha sido clave para que los trabajadores de otras empresas decidan no respaldarlos.
La salida de Israel Cervantes, uno de los impulsores originales del sindicato, marcó un antes y un después. Su alejamiento fue interpretado como una señal de que SINTTIA se desvió de su propósito inicial. Desde entonces, la percepción negativa se ha extendido en distintas plantas del Bajío, donde el nombre del sindicato ya no genera entusiasmo, sino desconfianza.
El resultado en Yazaki León fue contundente: los trabajadores optaron por no respaldar un proyecto que consideran desgastado y sin rumbo. Para muchos, la derrota no fue sorpresiva, sino la consecuencia lógica de años de promesas incumplidas.
Hoy, SINTTIA enfrenta un escenario adverso. Dos derrotas recientes, cuestionamientos internos y una base trabajadora cada vez más crítica han colocado al sindicato en una posición complicada. La región del Bajío parece haberle dado un mensaje claro: sin resultados reales, no hay confianza posible.




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